Trastorno por estrés agudo y postraumático

por Patricia Cruz, 6 de enero 2021

ÍNDICE

  • Introducción
  • ¿Qué es el trauma?
  • ¿Por qué nos cuesta procesar el trauma?
  • ¿Cuáles son las características de los acontecimientos traumáticos?
  • Posibles sucesos vitales que son tipificados como potencialmente traumáticos.
  • ¿Qué traumatiza y qué no?
  • Síntomas de trastorno por estrés agudo y postraumático
  • ¿Por qué es importante tratarlo?
  • Bibliografía.
trauma
estrés postraumático

INTRODUCCIÓN

Si has tenido un accidente puede que hayas resultado lesionado(a), o sufras de dolor o limitaciones para hacer tus tareas cotidianas, necesitando ayuda en casa o con los niños, ya que tal vez no te puedes valer por ti mismo(a); tal vez te ves en la necesidad de coger la baja laboral y te angustia perder el empleo, y muchas veces tienes que trabajar aunque no estés bien por no perderlo. Cuando tienes un accidente, tienes gastos en medicinas, ortesis, consultas y tratamientos que no sabes si te van a ser reembolsados, o cuándo te los van a reembolsar; puede resultar que te queden secuelas físicas, estéticas o limitaciones funcionales que producen angustia de cara al futuro, de cómo te ganarás la vida o cómo te verán los demás; si has perdido a un ser querido se agrega una reacción de duelo que intensifica el malestar psíquico,  es decir, un accidente interrumpe tu vida normal y te genera una serie de inconvenientes que pueden producirte ansiedad, rabia, tristeza, etc.

Pero no sólo los accidentes pueden ser experiencias traumáticas, cualquier evento vivido como inesperado y con peligro hacia tu integridad física, dependiendo de cómo te impacte, pudiera comenzar a producirte síntomas en la esfera emocional que sobrepasan el umbral de lo esperado como adaptativo a la situación, y es porque lo has vivido como una experiencia traumática. Pero:

QUÉ ES EL TRAUMA?

Para que lo entiendas tengo que explicarte cómo funciona nuestro cerebro y cómo su principal función es mantenernos vivos.

 Tenemos un mecanismo productor de supervivencia, que se encarga de elaborar soluciones de sobre vida. Nuestra mente es la responsable de esta función y para ello registra todo lo percibido por tacto, olfato, gusto, visión y audición, así como lo experimentado emocionalmente y en tu intelecto en forma simultánea y continua, conectando, relacionando y clasificándolo todo según sus diversas cualidades, de tal manera que evalúa la interacción con el medio ambiente y determina cómo va a reaccionar. ¿Cómo hace esto?

A lo largo de la vida nos vamos enfrentando a situaciones placenteras, asociadas a la vida, o displacenteras, asociadas a la muerte. La mente elabora especies de resúmenes de toda experiencia que ha tenido cada individuo y, a través de una comparación asociativa, hace el mundo más “predecible”.

Vamos sometiendo cualquier estímulo ambiental, los hechos y sentimientos que creemos percibir, reales o imaginarios, las reacciones propias o ajenas, a un sensor de “como estar” automático, con el que venimos equipados y que va grabando esa información clasificada, diferenciada, combinada, evaluada y asociada por procesos propios, según múltiples parámetros. Sentirse bien o mal resulta de este registro mental que está a nuestra disposición permanente, para ser utilizado de forma muy rápida, dotado de un circuito de retroinformación constante, que genera una acción o respuesta corporal automática cuya conexión con lo que sentimos es inconsciente. Las emociones se conectan, mediante aprendizaje, a resultados predecibles, incentivando acciones que el cerebro recuerda como agradables y evitando las que recuerda como aversivas (3).

Ahora, ¿qué ocurre cuando sucede algo inesperado o potencialmente amenazante?

Lo traumático está más allá de los supuestos mentales sobre la vida y no está prevenido para ello por lo que desborda y colapsa la capacidad de reacción a la amenaza, constituyendo el TRAUMA.

estres postraumático, trauma

Entonces, aparece el miedo como emoción que pone en marcha un programa de reacción automática que facilita la adaptación y la supervivencia, produciendo los cambios corporales idóneos para la reacción de huida o ataque: aumenta la tensión arterial, las palpitaciones, se dilatan las pupilas, la circulación visceral se redirige al sistema músculo-esquelético, etc.

En esta emoción es decisivo el papel de la amígdala cerebral que percibe señales de peligro para la supervivencia y activa la secreción de dosis masivas de mensajeros químicos como respuesta automática e inconsciente y que, además, deja huella, es decir, cuanto más intensa es la activación de la amígdala ante el peligro, más profunda es la impronta y más registrada queda la experiencia que nos ha asustado, creando un sistema de registro de recuerdos de intensa carga emocional, que nos permite reaccionar antes y mejor ante situaciones futuras similares. Otra estructura, el hipocampo, organiza y categoriza la información recibida por los órganos de los sentidos, pero es la amígdala la que imprime la carga afectiva a ese recuerdo.

Cuando no se puede articular la experiencia traumática con lo que teníamos establecido como predecible, permanecen los recuerdos traumáticos indelebles, una y otra vez, ya que están codificados en forma de sensaciones e imágenes, como los almacenábamos en los primeros años de vida, de tal manera que, cuando ocurre una amenaza grave para la integridad del sujeto, un estado de indefensión ante un ataque, se rompe el sentido de unidad y coherencia de la experiencia humana, y en ese momento, la experiencia se convierte en traumática (4).

trauma

¿Y POR QUÉ NOS CUESTA PROCESAR EL TRAUMA?

La mente dispone de un elemento que el Dr. Londoño llama igualador, y de otro que denomina diferenciador, que funcionan simultáneamente casi siempre, procesando los hechos y corrigiendo datos equivocados, de tal forma que en la mente, todos los eventos de la experiencia vital se procesan simultáneamente por lo que difieren, en analogías, en pares y afines y en polos opuestos (3).

Desafortunadamente, el diferenciador está a veces desconectado. Está inactivo al principio de la vida mientras madura, los primeros seis años, así como en intoxicaciones, anestesia, traumatismos, etc. y, en esos momentos, el igualador, que siempre está conectado porque está encargado del funcionamiento visceral, sigue funcionando solo, automático, por lo que la información y la experiencia percibida desde él, queda interpretada en términos de igualdades y no pasa por la mente analítica, no se procesa ni discrimina en diferencias. En estos casos, el igualador decide respuestas en analogías automatizadas, condicionadas, reflejas, no elegidas libremente, de tal manera que puede recibir datos falsos, erróneos, tanto de la realidad interna como del mundo exterior y por ejemplo: igualar el pasado al presente, el aquí con el allá, el tú y el yo, etc.

“La imagen y el ser, el recuerdo y el hecho, lo imaginado y lo vivido, no tiene fronteras en esta mente reactiva. Lo oído, lo visto, lo olfateado, gustado y sentido, conllevan la misma respuesta en sentimientos, pensamientos, química y en la interacción social” (3).

Esto trae como consecuencia que un recuerdo o la mención de algo relacionado con el trauma pueda traer reacciones corporales o emocionales asociadas con él, como dolor, mareos, vómitos, colitis, angustia, etc. ya que la persona queda reactiva, amarrada a un estímulo al cual tiene que dar la misma respuesta cada vez.

El diferenciador, que se encarga de nuevas experiencias y aprendizajes, de la imaginación y fantasía, la creatividad, la afectividad y la comunicación, percibe ese fenómeno sin intervenir, ya que las conductas reactivas le son vedadas.

Pero el igualador es indispensable para la supervivencia ya que es el que mantiene las funciones vitales, y en momentos de peligro bloquea al diferenciador y actúa por instinto de conservación ya que, en un momento de amenaza de vida, si abrimos el análisis del mismo, retardamos la reacción instintiva que posiblemente nos salve la vida (3).

¿CUALES SON LAS CARACTERÍSTICAS DE LOS ACONTECIMIENTOS TRAUMÁTICOS?

El Dr. Lahera explica 5 características de los acontecimientos traumáticos:

 1-. Falta de control: Un mínimo grado de control como pudiera ser maniobrar para evitar el accidente, negociar con el asaltante u organizarse para apagar el incendio, disminuye el potencial traumatizante de un acontecimiento.

Cuando tu sistema de autoprotección se siente sobrepasado y colapsado, de tal manera que percibes que la acción no sirve para nada, no es posible resistirte ni escapar, y la vivencia subjetiva es de indefensión absoluta, la posibilidad de que se viva de forma traumática aumenta.

2-. La experiencia se percibe de forma muy negativa: aquí se añade el componente de subjetividad. Para el desarrollo posterior de un trauma en personas que han sobrevivido a accidentes de tráfico, es mucho más relevante la percepción en el instante del choque de que iba a morir él y su familia, que las heridas físicas reales (puede traumatizarse incluso saliendo indemne). Del mismo modo, víctimas de accidentes que se encontraban dormidos o ajenos al peligro inminente desarrollaron menos trauma, pese a padecer heridas reales. Por lo tanto, no hay trauma sin la vivencia subjetiva de amenaza. No hay situaciones traumáticas per se dado que lo traumático es un concepto con un fuerte componente subjetivo, aunque unido a la realidad de la situación disruptiva que lo ocasiona.

3-. Aparición imprevista o repentina: en la experiencia traumática no hay tiempo para prepararse y protegerse. Algunas experiencias, pese a ser negativas e inspirar temor, no son traumatizantes si se producen gradual y progresivamente, dando tiempo a adaptaciones en los esquemas cognitivos y emocionales del sujeto” (4), en cambio, ciertas experiencias que no afectan a tu supervivencia física pueden ser traumáticas, como la muerte súbita de un ser querido.

4-. Rupturas traumáticas del vínculo: nuestra manera de interacción con las figuras emocionalmente significativas que nos proporcionan seguridad y confianza es lo que llamamos el vínculo y, en la infancia, constituye la base de lo que pensamos posteriormente sobre las intenciones de los demás, y posibilita el desarrollo de una correcta regulación afectiva. La ruptura drástica de este vínculo puede suponer para el adulto y especialmente para el niño, una experiencia traumática, ya que desafía “lo esperable, lo predecible” y se convierte en algo desarticulado e incoherente.

5-. Pérdida del sentido de la individualidad: en el desarrollo evolutivo de la personalidad se forma un sentido de autoeficacia, identidad y autonomía que ocurre en la adolescencia tardía y juventud y el sujeto descubre que, aun perteneciendo a una comunidad y a un mundo relacional, tiene una identidad propia, basada en su dignidad humana y su especificidad personal que es socavada en experiencias degradantes como la violación, el abuso o la tortura.

“La experiencia traumática, frecuentemente, supone una amenaza directa para la supervivencia. Sin embargo, hay traumas resultantes exclusivamente de una abrupta pérdida del vínculo y una pérdida del sentido de individualidad”.

Cuantos más de estos elementos confluyan en una situación dada, mayor será el potencial de que se convierta en una experiencia traumática.

trauma

Tras sobrevivir a esta experiencia, tienes un recuerdo vívido y sensorial que no está integrado en tu biografía y que representa una brecha psíquica, por su contenido afectivo no elaborable. Así que, no puedes darle al recuerdo una dimensión temporal, sino que vives en un eterno presente de ese instante. Para que este recuerdo deje de estar omnipresente en la conciencia, y puedas convivir con él, tendrá que ser vehiculizado a través de una narrativa verbal apropiada, y pasar de ser fragmentado y confuso a integrado (4).

POSIBLES SUCESOS VITALES QUE SON TIPIFICADOS COMO POTENCIALMENTE TRAUMÁTICOS:

1-. Desastres naturales (p. ej., inundaciones, tornados, terremotos).

2-. Fuego o explosión.

3-. Accidentes con medios de transporte (en coche, avión, naufragio).

4-. Percances en el trabajo, accidentes domésticos o en el transcurso de actividades recreativas.

5-. Exposición a sustancias tóxicas (p.ej., sustancias químicas peligrosas, radiaciones).

6-. Ataques físicos (ser atacado, golpeado, abofeteado o apaleado).

7-. Ataques con un arma (p.e., ser disparado, apuñalado o amenazado con un cuchillo, pistola o bomba).

8-. Ataques sexuales (violación, intento de violación o cualquier tipo de actuación sexual mediante la fuerza o amenaza).

9-. Otro tipo de experiencias sexuales desagradables o no deseadas.

10-. Situación de combate o exposición a zona de guerra.

11-. Cautividad (ser secuestrado, raptado, etc.).

12-. Enfermedades o lesiones que amenazan la vida.

13-. Gran sufrimiento humano.

14-. Muerte violenta o repentina.

15-. Muerte, lesión o perjuicio importante que haya causado usted a alguien.     

16-. Muerte inesperada, repentina, de alguien próximo (4).

¿QUÉ TRAUMATIZA Y QUÉ NO?

En la siguiente tabla (4) se indica la prevalencia del hecho traumático y el porcentaje de desarrollo posterior de trastorno por estrés postraumático (TEPT), y se comprueba cómo algunos acontecimientos parecen tener, en sí mismos, un potencial traumatizador.

trauma

Sin embargo, cada quien reacciona de una manera distinta al estrés pero, en general, se puede decir que cuanto más intenso y traumático es el acontecimiento, mayor probabilidad hay de que la persona sufra síntomas que le ocasione algún tipo de sufrimiento psíquico o disfuncionalidad. Lo que está claro es que, incluso ante eventos traumáticos importantes, la mayoría de las personas NO desarrollan un trastorno por estrés postraumático, por lo que hay que pensar que si una persona lo ha desarrollado es porque han confluido una serie de factores que bien merecen su atención.

No es lo mismo estar involucrado en un accidente en el que el coche dio tres vueltas de campana que en uno en el que te chocaron levemente, sin embargo, este último no debe ser subestimado, ya que no importa lo que sucede, sino cómo lo viviste tú, y esto va a depender de tus experiencias previas, rasgos caracteriales, factores neurobiológicos, situación vital, antecedentes de salud, etc.

SÍNTOMAS DE TRASTORNO POR ESTRÉS AGUDO (TEA) Y POSTRAUMÁTICO:

Cuando se tiene una experiencia con percepción de amenaza vital, lesión grave o violencia sexual, ya sea que lo vivas en primera persona, como observador presencial o que le haya ocurrido a un ser querido, se puede comenzar a tener una serie de síntomas que producen diversos niveles de disfuncionalidad. Cuáles son  estos síntomas?

1-. Recuerdos angustiosos recurrentes del suceso, que se presentan de forma involuntaria e intrusiva.

2-. Sueños angustiosos o pesadillas relacionados con lo ocurrido o dificultades para conciliar o mantener el sueño.

3-. Hipervigilancia o estado de alerta permanente.

4-. Respuestas de sobresalto exageradas.

5-. Conductas evitativas hacia personas, lugares, actividades, objetos, etc. que puedan recordar lo ocurrido.

6-. Dificultades para concentrarse.

7-. Malestar psicológico intenso o prolongado, o reacciones fisiológicas (como taquicardia, palpitaciones, sudoración mareos, etc) ante cualquier estímulo que le recuerde un aspecto del evento.

8-. Esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos relacionados con el hecho.

 9-. Comportamiento irritable o arrebatos de furia con poca o ninguna provocación hacia personas u objetos.

10-. Incapacidad de recordar el suceso en su totalidad.

11-. Aparición de sentimientos o conductas similares a las que tuvo en el momento del acontecimiento, que pueden durar de minutos a días.

12-. Incapacidad de experimentar emociones positivas como alegría, satisfacción, sentimientos amorosos, etc.

13-. Sentido de la realidad alterado del entorno o de sí mismo, como cuando te ves desde la perspectiva de otro o sientes que el tiempo se ralentiza.

Pueden darse otros síntomas como sentimientos de culpa por no haber evitado la experiencia traumática o por haber sobrevivido, tristeza, vergüenza, rabia, crisis de angustia, emotividad intensa, pérdida del interés por las cosas, deterioro laboral e interferencia en las relaciones interpersonales, así como, en casos más graves, abuso de sustancias, conductas autolesivas o intentos de suicidio.

trauma

Se ha identificado una variante del TEPT entre las víctimas de accidente de tráfico que se denomina TEPT subsindrómico o parcial, que consiste en que estas personas tienden a tener un alto nivel de tensión así como reexperimentación, que se dispara a través de asociación de ideas como cuando ven noticias referentes al tema. También síntomas de evitación que se manifiestan en fobia a la conducción o limitaciones en la misma y conductas de ansiedad como pasajeros.

RECOMENDACIONES

1-. Habla sobre los detalles del evento con familiares y amigos y sobre la forma en que pensaste, sentiste y actuaste mientras ocurría y los días siguientes, esto te va a permitir dotar de coherencia a la experiencia y darle un sentido interno.

2-. Trata de interactuar con los otros. Evita el aislamiento.  

3-. Procura hablar con personas que también hayan pasado por una situación similar si tienes oportunidad, ya que ayuda a la sensación de identidad colectiva, que moviliza a la acción y a la resistencia a la adversidad.

4-. Mantente activo(a) y toma parte en actividades que tú condición física te permita.

5-. Intenta volver lo antes posible a tus rutinas y actividades usuales, ya que facilita que  recuperes la sensación de seguridad psicológica frente a la incertidumbre arrojada por el suceso.

6-. Procura mantener una voluntad activa de superación del trauma que te brinde la oportunidad de sobreponerte al mismo a través de tus propias estrategias personales.

7-. Evita la pasividad y la sensación de fatalismo y conéctate con la iniciativa y la creatividad.

8-. Acepta una cierta dosis de incertidumbre e impredictibilidad en la vida.

9-. Exponte poco a poco a situaciones que te recuerden el trauma.

10-. Evita el alcohol y las drogas.

11-. Ve los aspectos positivos de la experiencia, como por ejemplo que lograste sobrevivir, que hay personas que te ayudan y que has aprendido nuevos recursos para situaciones parecidas.

12-. Dota de significado la experiencia, muchas personas han convertido su experiencia de sufrimiento y trauma en oportunidades para reinventarse, para el arte, para ayuda altruista a otros que lo han sufrido, etc.

13-. Explica a tus familiares y amigos que la comprensión empática de los demás valida y reconoce tu sufrimiento. Un buen soporte emocional por parte de los otros permite diseñar estrategias de afrontamiento útiles y recibes una señal de protección futura (2,4).

Y si, a pesar de todo esto, continúan los síntomas:

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE TRATARLO?

Algunos estudios prospectivos han dejado bien establecido que el trastorno por estrés agudo es una variable muy fiable de valor pronóstico del desarrollo de trastorno por estrés postraumático, ya que la mayoría de los que cumplen criterios de trastorno por estrés agudo son diagnosticados 6 meses después de trastorno por estrés postraumático, en comparación con la minoría de los que no presentaron el trastorno por estrés agudo, y esto se mantiene a largo plazo.

Otros estudios que comparan víctimas de accidentes con trastorno por estrés postraumático con aquellos que no lo padecen, encuentran que los del grupo con trastorno por estrés postraumático, en un período de tres meses, empeoraron progresivamente, y aquellos sin él mostraron mejoría, y existe un considerable grado de evidencia que demuestra que el trastorno por estrés postraumático puede volverse crónico, así como resolverse, fluctuar y reaparecer y que puede tener formas de presentación agudas, crónicas, intermitentes o recurrentes. Así mismo, el trastorno por estrés postraumático que persiste más allá de 18 meses tiende a ser, en algunos casos, resistente al tratamiento y presentarse con un deterioro psicosocial importante, pero los tratados durante el primer año tienen una tasa de remisión más rápida.

Por otra parte, el hecho de padecerlo aumenta la probabilidad de comorbilidad con trastorno de angustia o fobias en las mujeres y depresión en ambos sexos (2,4).

trauma

Pero, SOBRE TODO, ¿por qué pasar días, semanas o meses padeciendo con temor a que vuelva a ocurrir, sin poder llevar una vida normal, dependiendo de otros, quitándote libertad? ¿Por qué seguir sin poder dormir y descansar bien? ¿Por qué mantenerte con recuerdos recurrentes del evento, sin poderte concentrar, estudiar, trabajar? Ayudemos a tu cerebro a conectar el diferenciador con el igualador y saquemos el trauma de la intemporalidad, porque está en el pasado, pero lo vives y sufres como si fuera en presente. Con SHEC, Supéralo!

Si quieres conocer mi método para abordarlo, Maruxa Hernando te lo explica en este video:

BIBLIOGRAFÍA

1-. American Psichiatric Association. Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. DSM-5. Editorial Panamericana. 2014. Madrid. España.

2-. Hales, Robert. Yudofsky, Stuart. Tratado de Psiquiatría Clínica. Masson S.A. 2005. Barcelona España.

3-. Londoño Correa, Herinulfo. A través del Guión Mental. Salud. Mente. Enfermedad. Lito panorama Ltda. 2002. Medellín. Colombia.

4-. Orengo García, Francisco. Maltrato y estrés postraumático. Grupo Editorial Entheos, S.L. 2006. Madrid. España.