Crecimiento personal
por Patricia Cruz, 7 enero 2021
Contenido
- Introducción
- Autoconocimiento emocional
- Hablemos de la vergüenza
- Hablemos de la culpa
- Hablemos de la tristeza
- Hablemos del miedo
- Hablemos de la ira
- Bibliografía y webgrafía
Introducción
El crecimiento personal es la capacidad que tenemos las personas para aprender de nosotros mismos y abrirnos a nuevos enfoques. Este proceso tiene como objetivo ayudarte a explorar quién eres, cómo funcionas, cómo te relacionas, identificar tus fortalezas y debilidades, etc.
Este proceso te ayuda a estar abierto(a) a nuevas experiencias y a ser capaz de apreciar tus progresos, a percibir una sensación de desarrollo continuo y de avance en tus aprendizajes. Además, reconoces que tienes los recursos para mejorar y salir fortalecido(a) de las distintas situaciones, desarrollando tu capacidad para adquirir nuevas habilidades en la vida o potenciar las existentes (1).
Durante este proceso, pretendo darte herramientas que fomenten tu creatividad, satisfacción y habilidades sociales así como posibilitar la instrospección de los aspectos que deseas mejorar o potenciar en ti mismo(a). También, que tomes conciencia de tu situación en diferentes contextos y te reconozcas como un ente activo propiciador del cambio en tu vida, identificando los bloqueos que se producen en el momento de pasar a la acción.
Además, me parece muy útil que puedas identificar lo que te lleva a tener sentimientos de vergüenza, culpa, tristeza, miedo o ira y que aprendas a manejarlos, para que no te estanques en ellos y puedas mejorar tu autoestima y autoconfianza. Debo enfatizar que las causas que te producen las emociones la mayoría de las veces están en tu inconsciente, y se puede acceder a ellas a través de varias técnicas psicoterapéuticas, pero la evaluación consciente de las mismas es el primer paso para darte cuenta de tu estilo de reacción y para aprender a manejarlas. Aquí te dejo algunas consideraciones acerca de esta emociones.
Autoconocimiento emocional
El autoconocimiento emocional, consiste en el manejo de tus sentimientos y en tener conciencia de las emociones que sientes, y es muy importante, puesto que las emociones descontroladas no te permiten pensar con claridad y te distraen de lo que realmente quieres y necesitas, no te permiten tener un adecuado control de las frustraciones, y todo ello repercute también en tus relaciones personales, familiares, profesionales, etc…
Nuestra vida cotidiana está llena de demandas: laborales, del hogar, de amistades, etc. y en ocasiones es difícil encontrar el límite entre lo que haces por agradar a otros y lo que haces por satisfacción propia y esto te puede generar un estado de tensión que puede dispararse ante situaciones inesperadas y se te hace difícil afrontarlo desde la serenidad. La capacidad de controlar los impulsos y sentimientos conflictivos te proporcionarán mayor equilibrio, concentración y claridad en tu actuar.
Las emociones son una fuente de información de cómo están las cosas dentro de ti y te dan la posibilidad de ir a la causa del problema que frecuentemente arrastras desde antiguos conflictos no resueltos y que frenan tu crecimiento personal.
Podemos puntualizar:
- Sentir las emociones es algo natural y propio del ser humano.
- Vivir las emociones profundamente contribuye a una vida más saludable.
- Si reprimes las emociones se quedan en ti y pueden causarte trastornos tanto física como emocionalmente.
- Las emociones son respuestas ante una determinada situación y tu manera de reaccionar y sentir a la misma depende de tus experiencias previas, de la situación en concreto, de la manera en que interpretas la situación, etc., por lo que no debes culparte por tener ninguna emoción, sino comprender de dónde viene y aprender a modularla.
- Hay emociones desagradables, como la cólera, la tristeza y otras, pero su expresión en ocasiones contribuye al equilibrio emocional.
- Es bueno comunicar las emociones positivas, te hace bien cuando las compartes.
- Una estrategia para manejar las emociones que te generan malestar, es tomarte un tiempo para distanciarte de lo que en ese momento te perturba (2).
Hablemos de la Vergüenza
La RAE la define como:
-Turbación del ánimo ocasionada por la conciencia de alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante.
-Turbación del ánimo causada por timidez o encogimiento y que frecuentemente supone un freno para actuar o expresarse (3).
Esta emoción muchas veces va de la mano de la timidez y supone un freno para tu crecimiento porque se te hace difícil conocer nuevas personas, te cohibes de hacer o decir muchas cosas que quisieras por miedo a exponerte o miedo al ridículo. Tienes mucho temor a cometer errores y, cuando los cometes, no sólo te lo pasas mal en el momento de la situación concreta, sino que luego que te quedas autorreprochandote, exagerando o sobredimensionando la situación.
Si sufres de esta emoción con frecuencia, es posible que hayas tenido experiencias previas de humillación que temes que se repitan, o que en tu infancia hayas sido criado con un estilo de educación autoritario, en el que eran muy rígidos, exigentes o descalificadores contigo, ya sea en el ámbito familiar o escolar. Además, las carencias afectivas o la necesidad de reconocimiento pueden condicionarte a que seas muy autoexigente y a proyectar la imagen que crees sería aceptada por los otros, ya que buscas la aprobación o el cariño de los demás. También es frecuente que hayas crecido con una percepción de que el mundo a tu alrededor está lleno malas personas que no perderán la oportunidad de hacerte daño o burlarse de ti.
Superar la vergüenza requiere que aprendas a reírte de tí mismo(a), con un buen sentido del humor; que aprendas a perdonarte y a tratarte con compasión; que aprendas a aceptarte y a comprender que es normal equivocarse cuando se está aprendiendo, y nunca pararás de aprender en esta aventura llamada vida. Te ayudará enfocarte en tus fortalezas y cualidades en lugar de en tus debilidades y también aprender a dejar los eventos negativos en el pasado para que no los reedites constantemente.
Hablemos de la Culpa
La RAE la define como:
– Imputación a alguien de una determinada acción como consecuencia de su conducta.
– Acción u omisión que provoca un sentimiento de responsabilidad por un daño causado (3).
Si sientes con frecuencia esta emoción, es posible que, al igual que con la vergüenza, hayas crecido en un ambiente en el que habían muchos reproches, o en el que se exagerara las consecuencias de los errores cometidos, así como puedes haber sido castigado severamente y sufrieras descalificaciones. Los valores morales y religiosos de tu familia y círculo social cercano también pudieron influir, ya que, cuando hay un alto nivel de censura, crítica, rigidez o perfeccionismo se favorece la aparición de sentimientos de culpa. Así mismo, esto favorece que tengas una personalidad muy autocrítica y autoexigente.
Cuando tienes sentimientos de culpa excesiva, puedes tener inestabilidad emocional ya que la culpa te genera baja autoestima así como inseguridad, por lo que te inhibes de hacer muchas cosas por miedo a fallar. Eres muy sensible a las críticas, y tienes dificultad para ponerle límites a los demás, ya que tienes una gran necesidad de aceptación o miedo al rechazo, así que puede que muchas personas se aprovechen de ti y abusen de tu buena voluntad.
Si este sentimiento es frecuente te puede generar ansiedad, ya que estás muy pendiente de las consecuencias de tus actos y de cómo le afectan a los otros, y el estrés puede producirte somatizaciones como gastritis, cefaleas tensionales, etc., y es posible que termines distanciándote socialmente por el malestar que te produce la idea de lo que piensan de ti o por evitar hacer daño a los demás. además, es común que pases mucho tiempo pensando en otra forma en la que hubieras podido hacer las cosas y que te fustigues a ti mismo(a).
La clave para superar la culpa es el perdón. El perdón es un proceso y para llevarlo a cabo lo primero que tienes que hacer es tener la intención de perdonarte. Te ayudará disculparte por el error o daño cometido, expresar cómo te sientes y lo arrepentido(a) que estás, así como tu propósito de no volver a actuar de esa manera, o reparar el daño que has hecho, pero has de tomar en cuenta que muchas veces los errores se cometen involuntariamente, los accidentes ocurren, y hay situaciones que se te escapan de las manos, así que lo más importante es trabajar tu propio perdón.
Piensa que cometer errores produce un aprendizaje y es con eso con lo que te tienes que quedar. Además, procura flexibilizar tu nivel de exigencia y pensar que haces lo mejor que puedes, en todo caso, cambia la culpa por responsabilidad.
Hablemos de la Tristeza
La tristeza es la emoción que nos avisa de que hemos perdido algo importante, estamos sufriendo, o que nuestra necesidad de amor y afecto no está atendida, así que surge de la pérdida, la pena y el daño.
La tristeza se puede manifiestar de distintas formas, como por ejemplo, puede producirte llanto, enlentecimiento, falta de apetito, problemas de sueño, etc. Cuando estás triste, sueles focalizar tu atención en la situación que la produce, tienes dificultad para concentrarte, te encuentras desmotivado(a) para realizar las tareas cotidianas y actividades sociales. Además, puede que tengas tendencia a encerrarte en ti mismo(a) y aislarte.
Normalmente, cuando te ocurre una situación de pérdida, fracaso, carencia o sufrimiento, inicialmente te afecta mucho, pero poco a poco vas encajando lo ocurrido en tu realidad, resignándote o generando alternativas para sustituir o reparar la pérdida o encontrar nuevos intereses, es el proceso de aceptación y superación de esa situación que te produce sufrimiento. Sin embargo, cuando no tienes recursos internos para gestionarla, puede terminar produciendo una depresión, que ya es una condición patológica que requiere tratamiento médico. Es importante que comprendas que la tristeza es un sentimiento normal y que estar triste no es lo mismo que estar deprimido, simplemente hay que canalizarla y aprender a superarla. En mi artículo del blog sobre el duelo te doy algunas recomendaciones que te pueden ayudar (8).
Hablemos del Miedo
La RAE lo define como:
- Angustia por un riesgo o daño real o imaginario.
- Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea (3)
Hay un miedo positivo, Gracias al cual podemos sobrevivir, ya que nos ayuda a protegernos de situaciones que pondrían en peligro nuestra propia integridad, es el llamado miedo equilibrante, porque está asociado a la prudencia y nos permite reconocer esas situaciones de peligro. Sin embargo, muchas veces sentimos miedo ante situaciones que realmente no ponen en peligro nuestras vidas y, sin embargo, sentimos los síntomas físicos y emocionales del mismo y puede convertirse en patológico o desadaptativo.
En el artículo de mi blog: «El miedo y las fobias», te comento sobre esta emoción pero aquí te doy algunas recomendaciones que te pueden ayudar a afrontarlo.
- Los miedos son parte de la vida, acéptalos como algo natural.
- Plantéate qué puedes ganar si vences tus miedos. Piensa en los aspectos positivos que podrían ocurrir si consigues superar este miedo.
- Haz un listado de aquello a lo que temes empezando por el miedo “más pequeño”.
- Hazle frente a la situación u objeto que temes, graduando el miedo, es decir, empieza por aquello que menos temor te provoque (ejemplo: imaginarte que vas a una entrevista de trabajo) y después logra vencer lo que más temes.
- Aprende a puntuar el grado de angustia que tienes, por ejemplo:¿Qué sería la peor cosa que te puede pasar o la peor noticia que te pueden dar? a eso le vas a dar un 10 e irás bajando sucesivamente hasta llegar al miedo actual. «Un 10 si me dicen que mi hijo tiene una enfermedad incurable; un 9 si me dicen que yo tengo una enfermedad incurable; un 8 si tengo un accidente o una enfermedad curable, un 7 si me despiden del trabajo, un 6 … con esto te darás cuenta que aquello que para ti es tan grave termina siendo del 6 para abajo.
- Piensa en los recursos que tienes para enfrentar el problema, date cuenta que hay muchas cosas que puedes hacer o aprender a hacer para solventarlo.
- No te quedes enganchado(a) pensando una y otra vez en lo que puede pasar si ocurre lo que temes, esto mantendrá activados los sistemas de defensa. En lugar de eso, cierra los ojos e imagina que ocurre lo que tú quieres, que todo se resuelve favorablemente, que eres la persona que quieres ser, con las habilidades que necesitas. Siente la emoción que te produce esa imaginación, como si lo estuvieras viviendo en este momento. Si repites esto cada día tu cuerpo se irá acostumbrando a reaccionar a esta nueva realidad y te irá resultando cada vez más natural cambiar tu modo de pensar y actuar. La clave es la repetición frecuente del ejercicio.
- Repite varias veces al día que puedes superar ese miedo, eso te predispondrá a que sea así (2).
Hablemos de la Ira
La RAE la define como:
– Sentimiento de indignación que causa enojo.
– Apetito o deseo de venganza (3).
Esta emoción generalmente aparece cuando te frustras por no alcanzar tus objetivos o no recibes una recompensa esperada. También cuando sientes que se han vulnerado tus derechos o te han tratado injustamente, ya sea que te sientas atacado, humillado o te han faltado el respeto. Varía en intensidad, que puede ir desde una leve molestia hasta una furia muy intensa que puede estar dirigida hacia otros o hacia ti mismo(a) y, cuanto más intensa es, más vendrá acompañada de cambios fisiológicos, como aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial; tensión muscular, etc. , producto de la liberación de sustancias que normalmente te preparan para la huída o el ataque al percibir una amenaza.
Desde un punto de vista positivo, una cierta cantidad de ira es necesaria para tu supervivencia, pero si se desencadena de forma desproporcionada o desadaptativa, te puede traer problemas de salud, ya que mantienes una secreción alta de catecolaminas, y también problemas en tus relaciones interpersonales, ya que las personas tenderán a alejarse de ti o te verás con frecuencia involucrado en discusiones o enfrentamientos, pudiendo llevarte al extremo de expresarla con agresividad física y/o verbal.
Es por eso que es conveniente que aprendas a gestionarla, ya que cuando estás dejándote llevar por la ira generalmente tu pensamiento está desorganizado, no puedes pensar con claridad y te puede llevar a actuar de forma impulsiva, ya que no te detienes a pensar en las consecuencias de tus actos. Muchas veces la ira va de la mano de sentimientos de rencor o deseos de venganza, que no hacen más que perpetuar el malestar y mantenerte en una insana posición defensiva que te impide darle paso al perdón, la comprensión, la negociación y la resolución de problemas.
Si sientes ira con frecuencia, pudiera ser que la utilices como un mecanismo defensivo por haber tenido experiencias vitales en las que has sido maltratado(a) o humillado(a), y puede que pienses que los demás te ven como una persona fuerte y respetable, pero realmente es lo más probable es que despiertes temor y falta de confianza, ya que los demás no saben cómo vas a reaccionar y tenderán a evitarte. Además, otro aspecto negativo es que vas perdiendo el control de cuando mostrarte o no iracundo, de tal manera que comenzarás a tener estas reacciones sin querer y luego te sentirás culpable de lo que has dicho o hecho en esos momentos, ya que puedes herir los sentimientos de tus seres queridos.
Para mejorar el manejo de la ira:
- Practica técnicas de relajación, con respiraciones, meditación, yoga, etc.
- No te quedes rumiando acerca de lo ocurrido, sal a pasear, ponte a escuchar música, date una ducha o haz alguna actividad, que te ayude a desviar tu atención de los pensamientos que alimentan la ira.
- En el momento en que comiences a sentir ira, detente un momento, da tres respiraciones profundas y lentas, o cuenta hasta 10, y si no te has calmado explica que no quieres seguir con la discusión en ese momento.
- Permite a la otra persona que se explique y escucha abiertamente sin predisposición.
- Aprende a expresar tu molestia de forma asertiva y con respeto: no pongas ningún calificativo a la persona (irresponsable, cara dura, etc.), simplemente describe la conducta que te ha molestado, y dale una alternativa de qué es lo que tú quisieras, sin amenazas y usando un tono firme pero sin gritar, te doy un ejemplo: en lugar de decir: «¡eres un irresponsable! ¡quedamos a las 5 y ya son las 5:30! ¡es que pasas de todo y de todos, haces lo que te da la gana! Puedes decir: «Recuerda que quedamos a las 5 y te has retrasado, en lo sucesivo te agradecería que fueras puntual o me hicieras saber con antelación que no vas a poder llegar a la hora acordada». Verás, cuando gritas o pones un calificativo generas una actitud defensiva que impide que tu interlocutor esté abierto a lo que le vas a decir y promueves que él también te ataque a ti.
- Busca la causa de tu muchas veces reaccionamos por asociación y luego nos damos cuenta de que no era para tanto.
- Trabaja la empatía. Aprende a ponerte en la piel del otro para poder evaluar la situación desde su punto de vista.
- Practica el perdón y deja el pasado en el pasado.
- Evita permitirte darle rienda suelta a la ira con agresividad física o verbal.
- No niegues tu molestia, exprésala en el momento que sientas que la puedes manejar.
Bibliografía y webgrafía
- https://www.antonimartinezpsicologo.com/definicion-de-crecimiento-personal
- Guía para el desarrollo personal. Edición: Instituto de la Mujer. Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad C/ Condesa de Venadito, 34 – 28027 Madrid
- https://dle.rae.es/